El propósito de la Vida. Una nueva visión.

 


Extractos de la primera parte del libro de Rosa. 

El desarrollo de tu ego en un ego de servicio 

TU VIDA Y TU ENTORNO 

Tu vida tiene un propósito Divino. Quizá pienses que las vidas de Jesús o de Buda o de algún yogui que lleva años dedicado a la meditación o la vida de la madre Teresa de Calcuta tienen un propósito Divino, y por supuesto así es: sus vidas lo tienen. Pero la tuya también. Tu propósito Divino es diferente al suyo, porque el suyo ya lo cumplieron ellos. Tú tienes que cumplir el tuyo y tu alma estará muy feliz de hacerlo porque para eso se encarnó en un cuerpo. 

Recuerda: tú eres un espíritu viviendo una experiencia corporal, no al revés. 

Para que puedas comprender cuál es tu propósito, necesitamos deshacer las capas de pensamientos y condicionantes que te impiden escuchar a tu alma. 

Tu vida tendrá un propósito del alma que se manifestará a través de acciones de tu cuerpo, de intenciones de tu pensamiento, de palabras y sentimientos. Pero primero es necesario descubrir qué sentimientos, pensamientos, palabras y acciones estás manifestando actualmente, porque lo que manifiestas es siempre una representación de lo que tu alma quiere o de lo que tu personalidad humana cree que quiere. 

Seguramente en estos momentos estás muy confundido sobre los mensajes que recibes a modo de sentimientos, pensamientos, palabras y acciones que hay en tu vida, y es normal que eso sea así, ya que el libro ha llegado a tus manos para ayudarte a deshacer lo que molesta en ti y para poder oír el mensaje de tu espíritu, que está callado por el ruido mental y la actividad de tu vida diaria. 

Para descubrir a tu espíritu y escucharle es necesario hacer un proceso de limpieza de tu inconsciente, que conozcas tu historia y comprendas por qué piensas y vives del modo como piensas y vives actualmente. Para ello primero daremos unos pa- sos para comprender a tu personalidad humana y cómo se creó. Comprender por qué piensas y vives como lo haces te ayudará a elegir cómo quieres pensar y vivir a partir de ahora. 

Naciste en una familia, en un país y en un cuerpo físico determinados que han condicionado tu personalidad actual. Quizá creas que no elegiste esos padres, ni nacer donde lo hiciste, y tampoco ese cuerpo físico, ya que si hubieras podido elegir quizá hubieras preferido que fuera diferente, y eso es verdad en cier- to modo: tu personalidad no eligió esas circunstancias, fueron elegidas por tu espíritu, porque entonces tu personalidad NO EXISTÍA, pero Tú sí. 

Vamos a darle un voto de confianza a tu espíritu y pensemos que sabía que esas eran las circunstancias que mejor iban a poder ayudarte a manifestar lo mejor de ti. De hecho, tu espíritu sabía cómo manifestar la esencia de sí mismo a través del cuerpo y las circunstancias que eligió, y todo iba bien... hasta que nació la personalidad en tu mente. 

Esto empezó a suceder a partir de los dos años más o menos. Entonces nació el pensamiento, que interpretó las circunstancias y todo lo que observaban sus sentidos de un modo que 

creyó era el modo verdadero y real. Se vio dentro de un cuerpo y creyó que era ese cuerpo, separado de todos los demás cuerpos que veía. Tuvo miedo y creó una competición con esos cuerpos que observaba fuera de él —que creyó firmemente que estaban separados e independientes de sí mismo— y olvidó que antes de entrar en el cuerpo se percibía y sentía en unidad con los demás espíritus y con la Fuente. Esto lo olvidó sin palabras, ya que aún no había incluido las palabras en su experiencia, y a partir de entonces la experiencia de vida empezó a ser de miedo y de soledad, en algunas ocasiones más acentuada que en otras. 

Como lo olvidó sin palabras, el único modo de recordar es también sin ellas, por lo tanto, cuando recuerdes lo harás por el Conocimiento que está más allá de las palabras. Sin embargo, las palabras son necesarias ahora, porque te ayudarán como guía para conseguir la experiencia. 

La experiencia la conseguirás con el silencio. Ya llegaremos a ella, te guiaré con las palabras para conseguirla. 

En tu historia, tuviste unos padres y creciste en el seno de una familia que influyó en tus creencias y determinó el modo en el que eliges una experiencia como buena o mala. Con el pensamiento, la mente y la memoria, nacieron los juicios. Esos juicios estaban condicionados a los juicios realizados por tus padres y personas mayores que estaban contigo, ya que aprendiste de ellos, tanto de lo que decían como de lo que hacían, que podía estar en consonancia o no. Si lo que decían y lo que hacían era coherente, empezaste a crear una personalidad coherente, pero si decían una cosa pero hacían otra, empezó a nacer en ti la incoherencia. 

Luego estaban tus profesores, la escuela donde fuiste, los amigos que iban contigo en clase; todo, absolutamente todo, te ayudó a crear una forma de pensar, y esa forma de pensar creaba una experiencia en referencia a lo que experimentabas en la vida.

Cada experiencia empezó a ser analizada y juzgada por tu mente dándole una etiqueta de «feliz» o de «desafortunada». 

En estos momentos puedes empezar a pensar que el resultado de tu infortunio actual es por causa de tu infancia, tus padres o tu pasado, es decir, empiezas a encontrar culpables de lo que te sucede ahora. Eso en un principio te hace sentir bien, ya que te resta responsabilidad en tu vida, pero es una trampa de tu mente, porque si los responsables son ellos... ya no hay solución para tu infortunio. 

Pero aquí viene la primera liberación: tu alma sabía muy bien dónde te colocaba al nacer y ninguna, repito, NINGUNA de las personas, acontecimientos y sucesos de tu infancia fueron elegidos al azar. Todo estaba planeado de un modo que se escapa a nuestro conocimiento con una única finalidad: despertar del sueño. 

«¿Qué sueño?», dirás. El sueño de que tú eres un cuerpo y la vida que representas. 

La trayectoria de tu vida y la forma como la has vivido hasta ahora eran necesarias como parte del proceso, así que en ningún momento pienses o creas que has perdido el tiempo o que ya es demasiado tarde para solucionar lo que sea que te esté ocurriendo. Cuando termines el proceso verás que todo está en su lugar y sabrás que también lo estaba antes aunque no pudieras verlo... Confía, y si no puedes confiar en ti, confía en mí, que he pasado por lo mismo que tú. Aunque mis «situaciones» en la vida fueran diferentes, yo también tuve mis «noches oscuras del alma» antes, y no puedo decirte que mi vida sea perfecta ahora, en mi situación de vida tal como lo juzga la personalidad, pero sé que mi Vida es perfecta desde mi alma, y el saberlo me libera del miedo y de la incertidumbre. 

Mi función está en ayudarte a llegar hasta la comunicación con tu espíritu, porque de ese modo a partir de tu despertar ya no necesitarás este libro, porque seguirás tu propio guía interior. 


EL PROPÓSITO DE LA VIDA 

Restablecer el Amor en nosotros. Volver al Amor, volver a Ser y manifestar el Amor en el mundo físico. Este es el propósito de nuestra alma, es el propósito que todos compartimos, no hay otro. El cómo manifestarlo puede variar para cada uno, pero este es el propósito común. Hay un propósito para ti, que es la forma de manifestar este propósito común en el mundo que ha elegido tu alma para ti. 

Para manifestarlo hay algunas señales que te indicarán hacia dónde quiere ir tu alma. Te iré diciendo cómo reconocerlas. 

Empezarás con dejar de estar satisfecho cuando obtienes el bienestar solo para ti y necesitarás ayudar a que los demás también lo consigan; es lo que llamamos un «ego de servicio». Sigue siendo un ego (una personalidad física), pero se manifiesta con esta característica: quiero que los demás también estén bien, y cuando lo consigo me siento mucho mejor yo. Pero no olvides la primera parte: hay que estar bien primero para poder ayudar a los demás con tu reflejo a que lo consigan. 

¿Cómo desarrollar ese ego de servicio? Primero voy a ser feliz, y después con mi felicidad ayudo a los demás a ser felices. 

El desarrollo de un ego de servicio irá apareciendo poco a poco en tu vida. De pronto empezarás a ver tu vida de algún modo unida a la vida de los demás, y aunque tú te sientas bien tal como estás, eres y vives, querrás ir un poco más allá y empezar a ayudar a que los demás obtengan lo mismo que tú tienes... Aquí nace el ego de servicio. 

No te confundas y quieras ayudar aunque tú estés mal. No podrás ayudar a nadie si tienes tus propios problemas por resolver; es más, sin querer, puedes perjudicarles, pues tu ejemplo no ayudará. Por lo tanto, es muy importante que primero puedas estar tú bien y entonces, con tus palabras, ejemplo y acciones, ayudarás cada segundo de tu vida a los demás. Este punto muchas veces se pierde y parece que seas egoísta si piensas primero en ti mismo, pero no es así, porque como te he dicho, si tú no estás bien no puedes ayudar a los demás a que lo estén. 

Si estás mal ahora, un modo rápido de cambiar es la soledad. Sé que parece muy difícil y que da la sensación de que todo va a empeorar si te quedas solo, pero cualquier crisis interna personal se resuelve yendo al interior, no buscando soluciones fuera de ti, ya que el reflejo de lo que atraes es cómo te sientes, y por lo tanto, el malestar acostumbra a perpetuarse si buscas fuera. 

Si estás mal, un día de silencio puede resolverlo, y en cambio, buscando fuera ese malestar puede durar meses. Aunque te dé miedo estar solo, piensa en el tiempo que estás ganando al buscar las soluciones dentro de ti, porque tu alma podrá ayudarte si la escuchas, y para escucharla necesitas el silencio y la soledad. Ya profundizaremos un poco más en este punto más adelante. 

Una buena herramienta es, pues, la soledad y el silencio. 

También puedes buscar en la Naturaleza como complemento a tu espacio de soledad. Empieza a introducir en tu día a día espacios de silencio y de meditación, por eso te doy la guía de veintiún días, para empezar a entrar en ese espacio dentro de ti mismo. 

Tu propósito Divino es uno y tu propósito del ego o la personalidad es otro. Si consigues crear un ego de servicio feliz, tu propósito de la personalidad y el de tu alma se unificarán y serán el mismo. 

Por lo tanto, el propósito externo de tu vida puede ir cambiando a lo largo de la misma, aunque el propósito Divino siempre es el mismo, pero como no puedes conectar con él hasta que llegas a un punto de comunicación verdadera, no sabrás cuáles son los pasos que tienes que dar en tu propósito Divino hasta que se produzca esa conexión. 

Algunas personas tienen una vocación clara desde muy pequeñas, otras lo descubrimos más tarde; no importa, todo está bien. En el momento en que sabes qué hay que hacer te das cuenta de que toda tu vida te ha ido guiando hacia ello. 

 

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